jueves, 21 de octubre de 2010

Hoja Parroquial del 24.10.2010



XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO C:
24/10/2010 - Nr.152


"El que se enaltece será humillado".

La mayor parte de las parábolas de Jesús tienen como telón de fondo la vida de las aldeas de Galilea y refleja distintas experiencias de vida del campesinado. Solamente unas pocas se salen de este marco. Una de éstas es la del fariseo y el recaudador que se sitúa en contexto urbano y, más en concreto, en la ciudad de Jerusalén: en el recinto del templo, el lugar propicio para obtener la purificación y redención de los pecados.. En tiempos de Jesús, el cobro de impuestos no lo hacían los romanos directamente, sino indirectamente, adjudicando puestos de arbitrios y aduanas a los mejores postores, que solían ser gente judía de las élites urbanas o aristocracia. Estas élites, sin embargo, no regentaban las aduanas, sino que, a su vez, dejaban la gestión de las mismas a gente sencilla, que recibía a cambio un salario de subsistencia. Los recaudadores de impuestos practicaban sistemáticamente el pillaje y la extorsión de los campesinos. En su oración, el fariseo aparece centrado en sí mismo, en lo que hace. Sabe lo que no es: ladrón, injusto o adúltero; ni tampoco como ese recaudador, pero no sabe quién es en realidad. La parábola lo llevará a reconocer quién es, precisamente no por lo que hace (ayunar, dar el diezmo), sino por lo que deja de hacer (relacionarse bien con los demás). El fariseo además ayuna dos veces por semana y paga el diezmo de todo lo que gana. Hace incluso más de lo que está mandado en la Torá. Pero su oración no es tan inocente. Lo que parecen tres clases diferentes de pecadores a las que él alude (ladrón, injusto, pecador) se puede entender como tres modos de describir al recaudador. El recaudador, sin embargo, reconoce con gestos y palabras que es pecador y en esto consiste su oración. El mensaje de la parábola es sorprendente, pues subvierte el orden establecido por el sistema religioso judío: hay quien, como el fariseo, cree estar dentro y está fuera, y hay quien se cree excluido y está dentro.

P. Oscar Gil


El milagro de la mina San José. Desierto

Lo que pudo ser una de las grandes tragedias de la historia de Chile se ha convertido en su mayor éxito. El 05. 08. 2010, un derrumbe en la mina San José, del desierto de Atacama sumía al país en la depresión. 70 dias después, la culminación del rescate de los 33 mineros sepultados a casi 650 m. de profundidad ha llevado a Chile,- y al mundo entero-, a una inmensa alegría. ¿Cuando antes habían mirado todos los habitantes de nuestro planeta a ese punto desértico y perdido del norte de Chile?. ¿Y por qué fue tan grande el interés despertado?.Compasión por la suerte de esos mineros no pudo ser, porque el mundo empezó a tomar conciencia de la tragedia a partir del 22. de agosto. Precisamente el día en que llegaron las primeras señales de vida al campamento Esperanza. ¡Antes no!.¡17 dias después del derrumbamiento aún no habia traspasado del ámbito nacional!. Fueron los medios de comunicación. Ellos habían captado en la desesperada situación a 600 metros bajo tierra una historia sensacional: La muerte lenta y casi segura a la que estaban condenados los 33 mineros. Una tragedia, un “evento”, que podia alcanzar grandes dimensiones mediáticas. Así fue en un principio. Y también los políticos no pudieron resistir la tentación de sacar provecho de la situación…. Pero en ese “caldo de cultivo sensacionalista” empezó a germinar la indomable voluntad humana de resistir a las adversidades y confiar en Dios. El pueblo chileno creyente y unido como una piña logró el milagro. El presidente Sebastián Piñera y su ministro de mineria Golborne, lograron subir a este tren de solidaridad: “Hoy somos todos chilenos”, dijo el presidente. El Papa Benedicto XVI, reza por los enterrados en vida y les insta a que sigan confiando en la bondad infinita de Dios…y todos se sienten parte de un equipo salvador. Pero los grandes héroes son los mineros que quieren seguir siendo eso ante todo mineros !. El capataz Luís Urzúa (Don Lucho): Jefe de turno y gran organizador allí, en las entrañas de la mina de cobre, dice al salir: “Que esto no vuelva a pasar, Sr. Presidente”. Mario Sepúlveda, segundo en salir por la cápsula Fenix 2, dice: “Estuve con Dios y estuve con el diablo. Me pelearon y ganó Dios, me agarré de la mejor mano ».Se realizó el milagro!. Que el país como nación hoy sea un ejemplo de solidaridad, fe en la vida y unión en la adversidad, muy bien porque :… ¡HOY TODOS NOS SENTIMOS CHILENOS !. Pero, Sr. Presidente de Chile : “Si se pudo rescatar en tiempo record a los mineros, no nos cabe la menor duda de que servicios tan fundamentales de un país como son la Educación y la Salud públicas pueden,- y deben-, ser mejorados también a corto plazo. Porque es una decisión de intereses del Gobierno. Ya no me queda nínguna duda al respecto ». (Nota de la redacción: estas últimas palabras son de una ciudadana chilena).

Juan Porres

Textos Bíblicos

SEGUNDA LECTURA

2ª. Segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 16-18

Querido hermano: Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente.
He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.
La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

EVANGELIO
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: - «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. "Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

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