[Continuación del artículo inmediatamente anterior. Por favor, leer previamente. Pinchar aquí]
Pero aunque desconozcamos el origen de muchas de las creencias y desposiciones de la Iglesia, no por ello no están fundamentadas en las raíces profundas de la Tradición, transmitida por la Iglesia continuamente desde la antigüedad. Así podemos poner el ejemplo del Catecismo de la Iglesia Católica, compendio de todas las verdades de la Fe y guía para la vida santa del cristiano. Pues en ella podrás encontrar multitud de citas de las Sagradas Escrituras y de los Padres de la Iglesia, donde podrás corroborar que nuestas creencias están afirmadas sobre los pilares de la palabra de Dios y de las enseñanzas de los primeros cristianos. Así que si lo hacemos así, es porque así nos lo transmitieron los apóstoles y sus discípulos a través de la Iglesia hasta nuestros días.
Pero lo que más me ha llamado la atención es la aplicación del inmovilismo de la Iglesia (utilizando el criterio de autoridad de un teólogo), referida a la liturgia. Afirma que en liturgia llevamos un retraso de unos 1000 años (?!) Primero habría que saber respecto a que llevamos este retraso. Si hay un retraso, se nos debería decir la referencia que está por delante y hacía las que nos debemos dirigir.
Pero lo sorprendente es que diga esto sobre la liturgia. Porque si algo ha cambiado significativamente en la Iglesia en las últimas décadas ha sido la liturgia.
Aunque podamos pensar que nuestra misa se celebra así desde que el mismo Cristo la instauró en la última Cena, Juan María seguro que conoció en su infancia una misa bastante diferente a la que ahora celebra. No estamos hablando de hace mil años. Nuestros padres o nuestros abuelos conocieron el paso del misal de papa Juan XXIII al del papa Pablo VI , ésto fue hace menos de 50 años (en 1969) Los que vivieron esta cambio podrán corroborar que fue un cambio profundo tanto en las formas como en el contenido.
Podríamos citar alguno de los cambios más llamativos:
De celebrar la misa en latín a celebrarla en la lengua vernácula propia de cada pueblo.
Los altares pasaron de estar pegados a la pared, delante del sagrario, orientados al este, a colocarse en el centro del presbiterio.
Como consecuencia de lo anterior, el sacerdote paso de celebrar mirando al este, a celebrar mirando al pueblo.
Ahora tenemos las oraciones de los fieles o el saludo de la paz entre los participantes.
Esto es un par de ejemplos, pero hay muchos más cambios. Y todos estos cambios iban dirigidos, entre otras cosas, a que la liturgia fuese más compresibles para los fieles, para que fuese más fácil "participar" en ella.
Cuando dice que "seguimos usando textos que no dicen casi nada, y expresiones que no tienen nada que ver con la forma actual de expresarse", se está refiriendo a textos que no llegan a 50 años de vida, poco más de una generación.
Incluso yo mismo he conocido el cambio de la oración del Padrenuestro (la oración que el mismo Jesús nos enseñó, y la primera oración que aprendemos de pequeños, y recitamos todos los domingos en misa) En mi infancia yo pedía a Dios que perdonsase nuestras deudas, y ahora pido que Dios perdone nuestras ofensas. Cambio que supone un sentido más claro de lo que pedimos a Dios.
Por lo que tengo curiosidad por saber cuales son las expresiones en la liturgia que no nos dicen casi nada. Porque me da la sensación que el problema no está en las expresiones que se utilizan en la liturgia, si no que hemos perdido el significado y el sentido de las expresiones, de los gestos, de las acciones, de los elementos de la liturgia. Por eso las misas no nos dicen nada, porque no conocemos ni lo más esencial: que es la misa. Porque si supiesemos lo que es la misa, su significado y simbología, daría igual que fuese en latín y no entendieramos nada de lo que se dice, porque sabríamos lo que sucede en la misa, el acto más sagrado que pueda existir.
Sinceramente creo que se repiten tópicos y prejuicios sobre la Iglesia no que tienen mucho que ver con la realidad, y considero que tenemos que tener un espíritu crítico y también analítico sobre lo que es la Iglesia y su acción en sus 2000 años de historia.
jueves, 24 de septiembre de 2015
viernes, 18 de septiembre de 2015
El inmovilismo (1ª parte)
"La Doctrina de la Fe, que Dios reveló, no está propuesta como un invento de la filosofía, que se pueda perfeccionar por el ingenio humano, sino como un depósito divino entregado a la esposa de Cristo, y ha de ser fielmente declarada. Por esto, los dogmas sagrados han de ser mantenidos para siempre en el sentido declarado una vez por la Santa Madre Iglesia y nunca hay que apartarse de ese sentido con el pretexto de hacerlos más inteligibles" Concilio Vaticano I
En la hoja parroquial nº 178 de la Comunidad Católica de lengua española de Colonia-Bonn (fecha del 06.09.2015) viene un artículo firmado por Juan María García Latorre, titulado "Para qué cambiar, ¡si siempre se hizo así! (pinchar aquí para leer el artículo completo) Me permito reproducir la primera parte del artículo (la segunda parte es una historia ficticia para intentar argumentar la primera parte):
"En la Iglesia hay una tendencia general a no mover mucho, a dejar las cosas como están y a no correr muchos riesgos. Si siempre se hizo así...¿para que cambiar? Este fenómeno se conoce como "inmovilismo" y, según el teólogo José María Castillo, si aplicamos esto a la liturgia, ésta lleva un retraso de unos mil años. Se quedo parada en un momento de la historia... y en ella seguimos usando textos que no dicen casi nada y expresiones que no tienen nada que ver con la forma actual de expresarse"
El primer enunciado creo que es correcto. La Iglesia tiende a hacer pocos cambios, a no correr riesgos,..Pero no es inmovilista. Hay una máxima que dice "la Iglesia siempre la misma, siempre reformada", lo que quiere decir que la Iglesia siempre se debe reformar para acercarse cada vez más al ideal de Cristo, a lo que Jesús quiere que seamos, y así eliminar los preceptos humanos que oscurecen la misión primordial de la Iglesia. Los creyentes somos humanos, y por tanto débiles y pecadores. Y muchas veces intentamos imponer nuestros intereses por encima de los intereses de Dios. Ejemplos de corrupciones de la obra de la Iglesia en la historial hay muchos:
El cesaropapismo, que es la involucración de la Iglesia en asuntos de los estados civiles, y al revés la intromisión de los poderes políticos en los asuntos de la Iglesia.
La compra de puestos en la jerarquía de la Iglesia.
La compra y venta de bulas papales, etc.
Todas ellas, desviaciones que han tenido que ser corregidas. Para ello, Dios se ha servido de multitud de hombres y mujeres santos, verdaderos reformadores (no confundir con los pseudorreformadores protestantes, dinamitadores de la Iglesia), para ayudar a volver a purificar la Iglesia.
Como no recordar en su V centenario a Santa Teresa de Jesús, reformadora de las carmelitas debido a su secularización.
O a San Francisco de Asís, que nos hizo volver a ver el carácter humilde y pobre de la Iglesia.
O San Ignacio de Loyola, que impulsó la evangelización y el apostolado por todo el mundo; reafirmando, en plena crisis protestante, la obediencia al papa con un cuarto voto en la orden de la Compañía de Jesús.
En resumen, la Iglesia se debe mantener firme ("inmovilista") en la doctrina y valores que Cristo nos transmitió ("Cielo y Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" Mt 24, 35), y reformadora de todo aquello que oscurezca, falsifique y aleje de la Fe verdadera.
El primer enunciado creo que es correcto. La Iglesia tiende a hacer pocos cambios, a no correr riesgos,..Pero no es inmovilista. Hay una máxima que dice "la Iglesia siempre la misma, siempre reformada", lo que quiere decir que la Iglesia siempre se debe reformar para acercarse cada vez más al ideal de Cristo, a lo que Jesús quiere que seamos, y así eliminar los preceptos humanos que oscurecen la misión primordial de la Iglesia. Los creyentes somos humanos, y por tanto débiles y pecadores. Y muchas veces intentamos imponer nuestros intereses por encima de los intereses de Dios. Ejemplos de corrupciones de la obra de la Iglesia en la historial hay muchos:
El cesaropapismo, que es la involucración de la Iglesia en asuntos de los estados civiles, y al revés la intromisión de los poderes políticos en los asuntos de la Iglesia.
La compra de puestos en la jerarquía de la Iglesia.
La compra y venta de bulas papales, etc.
Todas ellas, desviaciones que han tenido que ser corregidas. Para ello, Dios se ha servido de multitud de hombres y mujeres santos, verdaderos reformadores (no confundir con los pseudorreformadores protestantes, dinamitadores de la Iglesia), para ayudar a volver a purificar la Iglesia.
Como no recordar en su V centenario a Santa Teresa de Jesús, reformadora de las carmelitas debido a su secularización.
O a San Francisco de Asís, que nos hizo volver a ver el carácter humilde y pobre de la Iglesia.
O San Ignacio de Loyola, que impulsó la evangelización y el apostolado por todo el mundo; reafirmando, en plena crisis protestante, la obediencia al papa con un cuarto voto en la orden de la Compañía de Jesús.
En resumen, la Iglesia se debe mantener firme ("inmovilista") en la doctrina y valores que Cristo nos transmitió ("Cielo y Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" Mt 24, 35), y reformadora de todo aquello que oscurezca, falsifique y aleje de la Fe verdadera.
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