Durante estas semanas la Iglesia Católica ha estado tristemente en los primeros planos de actualidad debido a la salida a la luz pública de numerosos casos de pederastia, llevados a cabo por sacerdotes y religiosos católicos. En poco tiempo se han sucedido los escándalos de abusos a menores en las Iglesias de Irlanda y Alemania (sobre todo)
Son crímenes que nos repugnan y de los que el propio Jesús nos advierte severamente: “El que recibiere en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe. Pero al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino de asno y lo hundieran en el fondo del mar” (Mt 18: 5-6). Jesús como siempre se dirige al mundo de nuestro tiempo, y al hombre de siempre.
Miles de familias ponen a sus hijos en la confianza de la Iglesia Católica para su educación, conscientes de que la Iglesia es la mejor institución para inculcar unos valores y una educación verdaderamente humanos y transcendentes. Así los presbíteros que han abusado de los niños además de poder haber destrozado la vida de los más amados por Jesús (“porqué de los que son como ellos es el reino de los cielos” Mt 19: 14); Han traicionado a los padres que pusieron su confianza en ellos; Han traicionado a la Iglesia que los confió como pastores para cuidar de su rebaño, y resultaron ser lobos; Y han traicionado al propio Jesús, ya que el sacerdote tiene el honor y la responsabilidad de representar y acoger en él al mismo Jesucristo (CIC 1548. “En el servicio eclesial del ministro ordenado es Cristo mismo quien está presente a su Iglesia como Cabeza de su cuerpo, Pastor de su rebaño, Sumo Sacerdote del sacrificio redentor, Maestro de la Verdad. Es lo que la Iglesia expresa al decir que el sacerdote, en virtud del sacramento del Orden, actúa in persona Christi Capitis”)
No menos responsables que los ejecutores de estos crímenes son los que los han ocultado, permitiendo que éstos se prolongaran en número y en el tiempo. Los superiores de estos sacerdotes que, para evitar el escándalo y ver dañada la imagen, permitieron que los pederastas continuaran con sus ocupaciones, además de no haberlos denunciados a la justicia como es el deber de todo ciudadano. Y en el caso de producirse denuncias intentando minimizar los daños causados e intentando acallar las quejas de niños, jóvenes y padres.
A pocos días del comienzo de la Semana Santa, viene bien recordar que Jesús se sacrificó, sufrió y murió por nuestros pecados, y que dolorosos debieron ser sus sufrimientos a causa de nuestros crímenes, siendo miembros de su Iglesia.
También quiero destacar que las denuncias de abusos a menores han dado los argumentos necesarios a los enemigos de la Iglesia para crear una campaña a gran escala para calumniarla y desprestigiarla, llegando incluso a querer relacionar al hermano del Papa y al mísmisimo Benedicto en caso de protección de pedófilos. Los medios de comunicación nos vienen bombardeándonos desde varias semanas con un tema tan sensible y que causa gran impacto. Y esto por qué. Para mí hay dos motivos principales: por un lado el sensacionalismo. Nos gusta las noticias impactantes, y éstas por su gravedad lo son, pero además son impactantes porqué se ceban en un colectivo que tiene una imagen buena, una transcendencia en lo moral y social (siempre atraen más los escándalos de ricos, famosos, reyes, políticos,... que los del ciudadano que nos cruzamos por la calle, simplemente porque tienen una imagen superior a nosotros y nos gusta verles caer y acercarse a nuestra condición). Por otro lado está el interés del “mundo” de quitar de enmedio a la Iglesia, por lo menos de quitarle influencia e importancia en la vida de las personas. Para ello se valen de sus medios de comunicación y crean la imagen de la Iglesia como bestia negra que se dedica a violar a niños, con el objetivo (así yo lo creo) de crear desconfianza, miedo, rechazo, odio,... de la gente hacia la Iglesia Católica. Rápidamente los delitos de unos son aplicados a todos como institución (si la causa fuese el celibato, todos los sacerdotes serían suceptibles de cometer los mismos crímenes). Pero los números dicen lo contrario. Los delitos de pederastia cometidos por personas religiosas (católicas) son inferiores a los cometidos por otros colectivos sociales, incluso por otras confesiones religiosas. Un dato lo pone el periodista Luigi Accattoli: desde 1995 se ha denunciado en Alemania 210.000 casos de abusos sexuales de algún tipo. De ellos, 94 afectan a personas o instituciones de la Iglesia Católica. (el Liberal - 9 de marzo) Eso supone el 0,044 por ciento.
¿Por qué esta persecución a la Iglesia desde los poderes fácticos de nuestro “mundo”? Personalmente creo que es porque es el espejo donde se refleja la sociedad, quiero decir que la Iglesia pone delante de nosotros con sus mensajes la forma de actuar de esta sociedad contra el hombre y contra Dios. En muchos países tan sólo la Iglesia tiene la voz suficiente para que se oiga sobre el horror del genodicio silencioso del aborto, o afrontar contra ideologías tan nocivas como el relativismo, el hedonismo, el consumismo o el nihilismo, que se imponen cada día más entre nosotros. Nuestra sociedad es capaz de escandalizarse con los temas de los abusos sexuales a menores, pero acepta con total naturalidad que se maten a millones de niños en el seno de sus madres, o llevar ropa producida por niños en condiciones de esclavitud. (Con ello no quiero quitar un ápice de gravedad a los abusos sexuales a niños y adolescentes)
Evocando la figura evangélica de la adúltera que se nos presentaba el domingo pasado. La Iglesia ha sido presentada ante los hombres como culpable al habersela pillada en adulterio. Pero los que quieren lapidarla son culpables de los mismos delitos o si no mayores.
Hace unos días hablando con el padre Gil sobre este tema, nos comentaba el bajonazo físico que había sufrido el Papa durante estos acontecimientos, que seguramente debido a su edad ya no se pueda recuperar. Yo no lo he visto, pero no me extrañaría nada. La responsabilidad que hay sobre él es inmensa. Es el vicario de Cristo, es sucesor de Pedro y por lo tanto el encargado por Jesús de “apacentar sus ovejas” (Jn 21: 17). Él es consciente de la gravedad de lo sucedido y del daño que se hace a la Iglesia Católica, también de que gran parte del éxito o del fracaso de su misión pontificia dependerá de cómo solucione está situación. Pero creo que si Dios le ha puesto esta prueba, el que estallasen los casos de pedofilía durante su pontificado, es porque es el único que tiene por su autoridad, experiencia, valor y concidiones, la capacidad de operar y regenerar las partes dañadas de cuerpo místico de Cristo. Nos ha dado muestras de ello, como en el caso del poderoso Marcial Maciel (fundador de los Legionarios de Cristo y Regnum Christi) donde le retiro del ministerio público para que viviese el resto de su vida en oración y penitencia. O durante los últimos años de pontificados de Juan Pablo II, en lo que tuvo que afrontar los casos de abusos en Estados Unidos.
Para ello ya ha empezado a dar pasos como la carta dirigida a los católicos de Irlanda, que se puede extrapolar a toda la Iglesia y que afronta el tema de la pederastia directamente, es una buena muestra del análisis, la actitud y las acciones que son preciso tomar. Lo mejor es leerla y que cada uno la interprete, pero aquí extraigo algunos fragmentos que considero significativos.
Reconocimiento de la culpabilidad. “ debo también expresar mi convicción de que para recuperarse de esta dolorosa herida, la Iglesia en Irlanda, debe reconocer en primer lugar ante Dios y ante los demás, los graves pecados cometidos contra niños indefensos. Ese reconocimiento, junto con un sincero pesar por el daño causado a las víctimas y sus familias, debe desembocar en un esfuerzo conjunto para garantizar que en el futuro los niños estén protegidos de semejantes delitos”
Contundencia ante los responsables. “Habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y por sus padres. Debéis responder de ello ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos. Habéis perdido la estima de la gente de Irlanda y arrojado vergüenza y deshonor sobre vuestros semejantes“
Contundencia ante los superiores: “teniendo en cuenta la gravedad de estos delitos y la respuesta a menudo inadecuada que han recibido por parte de las autoridades eclesiásticas de vuestro país“. “No se puede negar que algunos de vosotros y de vuestros predecesores han fracasado, a veces lamentablemente, a la hora de aplicar las normas, codificadas desde hace largo tiempo, del derecho canónico sobre los delitos de abusos de niños. Se han cometido graves errores en la respuesta a las acusaciones… Todo esto ha socavado gravemente vuestra credibilidad y eficacia“
Pero también transmite el mensaje misericordioso de Dios. Jesús no quiere nuestra condena si no nuestra salvación, esa es su misión. “El arrepentimiento sincero abre la puerta al perdón de Dios y a la gracia de la verdadera enmienda“. “El sacrificio redentor de Cristo tiene el poder de perdonar incluso el más grave de los pecados y extraer el bien incluso del más terrible de los males. Al mismo tiempo, la justicia de Dios nos llama a dar cuenta de nuestras acciones sin ocultar nada. Admitid abiertamente vuestra culpa, someteos a las exigencias de la justicia, pero no desesperéis de la misericordia de Dios”.
Es consciente de que es un problema antiguo y que no se solucionará facilmente. “Que nadie se imagine que esta dolorosa situación se resuelva pronto. Se han dado pasos positivos pero todavía queda mucho por hacer“
Son sólo algunos párrafos pero merece la pena leer toda la carta, el lenguaje es muy claro y se nota que el Papa le ha puesto todo su amor y empeño. Aquí os dejo algunos enlaces que puedan ser de interés sobre este tema:
Carta pastoral del Santo Padre Benedicto XVI a los católicos de Irlanda
Entrevista al Promotor de la Justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe
Abusos sexuales: máxima claridad y titulares engañosos
Alemania: abusos de menores en la Iglesia y fuera
Esperemos que todo este sufrimiento en la Iglesia nos sirva de purificación para que sea más santa y digna de Dios.
Que mejor que terminar con la oración que durante la Semana Santa de 2005 pronuncio el cardenal Ratzinger (a pocos días de convertirse en Benedicto XVI) durante la celebración del Via Crucis (Novena estación: “Jesús cae por tercera vez”)
ORACIÓN
Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los empañamos nosotros mismos. Nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia: también en ella Adán, el hombre, cae una y otra vez. Al caer, quedamos en tierra y Satanás se alegra, porque espera que ya nunca podremos levantarnos; espera que Tú, siendo arrastrado en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te levantarás. Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos a todos.
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Quiero dejar claro, a lo mejor por el tono del artículo no lo parece, que creo que la responsabilidad de los pecados son personales, que los cometen y responden por ellos las personas y no las instituciones. Y por ello creo que la inmensa mayoría de los sacerdotes son personas honradas y decentes, y así me lo ha demostrado mi experiencia persona
ResponderEliminarCésar
ResponderEliminarLos sacerdotes tienen una gran responsabilidad al encarnar la figura de Cristo. Por ello creo muy conveniente pedir a Dios por ellos, tanto por los que pecaron, como por el resto, ya todos están sometidos a tentanción. Incluyámoslos en nuestras oraciones.
Os dejo una oración de Santa Teresa de Lisieux que puede valer para todos.
¡Oh Jesús!
Te ruego por tus fieles y fervorosos sacerdotes,
por tus sacerdotes tibios e infieles,
por tus sacerdotes que trabajan cerca o en lejanas misiones,
por tus sacerdotes que sufren tentación,
por tus sacerdotes que sufren soledad y desolación,
por tus jóvenes sacerdotes,
por tus sacerdotes ancianos,
por tus sacerdotes enfermos,
por tus sacerdotes agonizantes
por los que padecen en el purgatorio.
Pero sobre todo, te encomiendo a los sacerdotes que me son más queridos,
al sacerdote que me bautizó,
al que me absolvió de mis pecados,
a los sacerdotes a cuyas Misas he asistido y que me dieron tu Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión,
a los sacerdotes que me enseñaron e instruyeron, me alentaron y aconsejaron,
a todos los sacerdotes a quienes me liga una deuda de gratitud,
especialmente a...
¡Oh Jesús, guárdalos a todos junto a tu Corazón y concédeles abundantes bendiciones en el tiempo y en la eternidad!
Amén