"Así también vosotros estáis ahora tristes; pero yo os veré otra vez, y vuestro corazón se alegrará, y ya nadie os quitará vuestra alegría" Jn 16: 22.
Hoy, a las 20:00 horas Benedicto XVI dejará sus responsabilidades como obispo de Roma. Aceptando la volundad de Dios, se retira del poder para permitir la llegada de un siguiente potífice con mayor energía para afrontar los grandes retos, porque como el mismo se refirió el día de su coronación como papa, el es "un simple y humilde trabajador de la viña del Señor". Y hoy el Señor quiere que se dedique a otra misión fundamental, que es rezar por la Iglesia, porque lo importante no es el papa como persona, ni el resto de cristianos de forma independiente, si no lo verdaderamente importante es la Iglesia, como comunión de todos los cristianos con nuestro Señor Jesuscristo, nuestro Dios y rey, la verdadera cabeza de la Iglesia, el sumo y eterno Pontífice y quien dirige los destinos de la Iglesia en la tierra a través de su vicario.
Con el tiempo se podrá ponderar adecuadamente la importancia de Ratzinger para la Iglesia moderna, si uno analiza la historia de la Iglesia en los últimos tiempos es difícil no encontrarse con su nombre en todos los momentos estelares: desde el Concilio Ecuménico Vaticano II, donde participó como asesor teológico del arzobispo de Colonia, Frings, una de las figuras más influyentes en el devenir del Concilio, pasando por ser cardenal y arzobispo de Múnich y Freising, seguramente la diócesis más importante de Alemania. En 1983 fue nombrado por Juan Pablo II como prefecto de la Congragación para la defensa de la Fe, uno de los puestos claves para la defensa de la ortodoxia de la Fe. Fue el responsable del nuevo catecismo de la Iglesia católica. Entre sus altas responsabilidades estaba la de aclarar todos los puntos conflictivos alrededor de la doctrina católica, entre ellos la influyente teología de la liberación. Durante los últimos años de Juan Pablo II se convirtió en su hombre de confianza y mano derecha. Todos los obispos y cardenales cuando cumplen 75 años deben presentar su carta de renuncia al papa, para que acepte su jubilación. En el caso de Ratzinger, cuando cumplió los 75 años, la leyenda cuenta que Juan Pablo II le dijo: "no hace faltes que escribas la carta, usted no se marcha mientras yo sea papa". Durante los últimos años del pontificado anterior y los primeros del suyo tuvo que afrontar energicamente los escándalos de abusos y pederastia de sacerdotes y obispos dentro de la Iglesia. Quedarán como señales de su papado su ecumenismo (acercamiento a ortodoxos, anglicanos y lefebrianos), la dignificación de la liturgia y anclar las reformas postconciliares con la tradición milenaria de la Iglesia (hermeneutica de la continuidad). Sin entrar en la labor como teólogo que es prácticamente desconocida para todos. Seguramente nos falte todavía tiempo para poder ver con perspectiva la grandeza de este papa, que hoy se aparta pero para estar a nuestro lado al servicio de la Iglesia.
Quizas ya no volvamos a ver lo hasta después de nuestra muerte, compartiendo la gloria de Dios Padre.
Gracias Benedicto. Siervo de los Siervos de Dios.
ORA PRO NOBIS.
Ultima audiencia pública del papa y despedida de las gentes. Merece la pena leerlo. Aquí