lunes, 26 de abril de 2010

Hoja parroquial del 25.04.2010



IV DOMINGO DE PASCUA - CICLO C – 125/04/2010 - Nr.146


EL BUEN PASTOR


El Evangelio de este Domingo nos pone delante de la relación que existe entre el Buen Pastor y el Rebaño “mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen” una relación de intimidad y de amor que no se puede comparar con nada y sobre todo que es distinta a la de un pastor asalariado o a la de un mal pastor que no le importan las ovejas que se le encomiendan.

Escuchar, es una de las características de las ovejas, que si las ponemos a la par con el pastor, tendríamos que hablar de las Buenas Ovejas, aquellas que escuchan al pastor y le ponen atención a lo que Él les dice, tanto que posteriormente son capaces de seguirle a donde las conduce, a los campos de hierba verde donde las hace reposar.

El pastor en cambio, conoce a sus ovejas y sabe de sus cualidades y de las limitaciones de cada una y por eso las va cuidando a cada una conforme necesita, a unas más sea por ser más pequeñas o más débiles y a otras ya no tanto por que son más fuertes y han aprendido a defenderse y a valerse por si mismas. Pero como todas forman parte del rebaño y todas han recibido amor, todas siguen igualmente al Pastor, y nadie se las puede arrebatar o robar pues lo conocen muy bien a él y a la familia de él incluyendo al Padre, que le ha enseñado todo sobre como ser un Buen Pastor.

Por eso, hoy es el día oportuno para que todos los que tenemos a nuestro cargo la educación o la dirección de la vida de otros le pidamos al Padre con una sencilla oración:

“SEÑOR ENSÉÑANOS A SER BUENOS PASTORES”

P. OSCAR ECHEVESTE.


El estudiante burlón.

Un obispo francés contó en su homilía dominical la anécdota siguiente:

„En un Viernes Santo, tres estudiantes universitarios de la Sorbona, paseaban por las calles de Paris. De pronto observaron como muchísima gente entraba en las iglesias para recibir el Sacramento de la confesión. Esto fue el inicio de un debate sobre pros y contras de esas “costumbres anacrónicas” y, así, subiendo el tono de la discusión llegaron a burlarse, despóticamente, de esas creencias; de la Religión y de la Fe. Hasta el punto de poner la Fe como pura superstición para gentes poco instruidas. De pronto, dos de ellos, se dirigen al que llevaba la voz cantante y le dijeron: ¿Serías capaz de entrar en esta Iglesia y contarle abiertamente al cura todo lo que hemos discutido?. « Naturalmente » contestó y entró en la Iglesia. Esperó en la larga cola hasta que llegando al confesionario, dijo: “Señor cura, yo solo quería decirle que el Cristianismo no es más que una organización en camino de extinción y la Religión es pura superstición“. El cura, miró fijamente a los ojos del estudiante y respondió:«Por qué vienes aquí y me explicas esto a mí?». Allí explicó el estudiante sobre la discusión tenida con los amigos. Al escucharlo el cura le dijo:«Bien. Yo solamente tengo un deseo que quisiera que me realizara antes de marcharse. Ya que Ud. vino a mí cumpliendo la orden de sus amigos, siga también ahora mi invitación“Vaya, entrando por esta puerta, al Altar mayor. Allí encontrará una gran Cruz representando a Cristo crucificado. Póstrese ante Él y diga la frase siguiente:»Jesús murió por mi salvación – pero a mí eso no me interesa en absoluto”. El estudiante lo hizo, bajo al confesionario para decirle al cura. “Ya lo he hecho”.El Padre respondió: “Hágalo una vez más, por favor”-insistió-,” seguro que a usted eso no le molestará”. Fue por segunda vez al Altar mayor. Miró más detenidamente a la figura de Cristo y al final repitió:”Jesús murió por mi salvación- pero a mí eso no me interesa en absoluto”.“Bueno,- dijo al regresar-, ya lo hice. Ahora quiero marcharme con mis amigos”.“Una vez más, por favor!,- interrumpió el cura-, una sola vez, después puede usted irse”.Subió otra vez el estudiante al Altar. Miró nuevamente a Cristo en la Cruz. Se quedó largo rato allí….pensando. Volvió al confesionario para preguntarle al pastor: “Padre, puede por favor, confesarme?”. El Obispo francés, que hasta ese punto había contado la anécdota, se quedó un rato en absoluto silencio…..Y como si le fallara la voz por una emoción interna, continuó:“ Y bien mis queridos hermanos: Este joven estudiante de la Sorbona fui yo mismo”.

Juan J. Porres

Segunda lectura Lectura del libro del Apocalipsis (7,9.14b-17):
Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo: «Éstos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono será su pastor, y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.»

Evangelio Juan (10,27-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»


viernes, 23 de abril de 2010

Taller de oración y VII. Algunos breves consejos

La oración en nuestra vida diaria

Cuando uno se plantea algo que cree importante, se organiza el día, la jornada alrededor de eso. Quien cree muy importante el fútbol en su vida, se organiza toda la semana (citas con los amigos, ir al cine, viajes...) en función de ello. Ese tiempo es sagrado. Algún día podrá perderse un partido, pero no es lo normal. Quien cree muy importante mantener la línea, se hace horarios, menús, se pone límites, señala en el calendario unos días concretos para hacer deporte. Es algo que considera importante y se organiza la vida en función de eso. ¿Nosotros creemos que la oración es algo importante en nuestra vida? ¿Somos conscientes de que sin la relación y el diálogo frecuente con Dios nuestra vida cristiana se va viniendo abajo? Si creemos que sí, debemos poner los medios suficientes para que no falte en nuestra vida y hacer nuestros planes: dónde hacer oración (lugar), cuándo hacer oración y con qué frecuencia (tiempo). Las personas somos así. Si dejamos las cosas a lo que salga, suele salir bien poco. Tenemos que reservar un rato de nuestro día a Dios, tener la serenidad y la disponibilidad necesarias para "perder el tiempo" con Dios. Renunciar por un momento a nuestra actividad. Dejar el ritmo de vida marcado por las agujas del reloj. Debemos vivir un tiempo para Dios, "un tiempo fuera del tiempo". Debemos ser fieles a ese tiempo, a pesar de que no sintamos nada, de que no veamos nada, a pesar de que nos aburramos.


Algunos consejos previos

-Dedicar cada día unos minutos a la oración personal. Así como dormimos, comemos, trabajamos y descansamos, la oración debe formar parte de nuestra vida diaria. Revisar nuestro horario y escoger para la oración un momento en el que nos encontremos en paz y no tengamos muchas ocupaciones y que tampoco nos encontremos muy cansados. Procurar que esta hora sea siempre la misma y mantenerla fija lo más que se pueda.

-Escoger un lugar específico para orar. No importa cuál sea (la iglesia, nuestra habitación, el campo), mientras nos ayude a obtener el silencio interior que necesitamos. La oración junto al Sagrario siempre lleva consigo una gracia especial (se nos pega el sol aunque no nos demos cuenta).

-Cuando comencemos a orar es muy conveniente hacer un ejercicio de reflexión para preparar nuestro corazón. Consiste en detenernos un momento a pensar que es lo que estamos haciendo, con quién estamos hablando.

- La postura es importante, pero no indispensable. La oración no es cuestión de ejercicios físicos, es algo espiritual. Cada quien puede adoptar la postura que quiera, ya que cada persona experimenta las cosas de manera distinta. Nos pueden ayudar algunos ejercicios de relajación y de respiración, pero sin convertirse en el fin de nuestra meditación. Comenzar y terminar de rodillas, como gesto de adoración, nos ayuda a caer en la cuenta de lo que vamos a hacer y con quien vamos a estar.


Algunas máximas sobre la oración

-La oración se dirige a Dios y no necesita de muchas palabras: Él conoce lo que nos pasa.

-La oración debe ser perseverante: tener paciencia en establecer ese diálogo con Dios.

-La oración debe ser insistente: no abandonarla a la primera sino insistir.

-Para orar es necesario ser humildes: es enriquecerse partiendo de nuestra pobreza para abrirnos a la riqueza de Dios.

-La oración es poderosa: se pueden observar en la Iglesia muchos imposibles conseguidos por la oración.

-La oración es confiada: al orar se tiene la certeza de que Dios no nos va a fallar y esto debe transformar nuestra vida.

-La oración, siempre debe estar precedida del perdón: antes de orar debemos limpiar nuestro corazón...

-La oración es necesaria para no caer en tentación: nos fortalece para vivir siempre cerca de Dios.


Orar, ¡si pruebas te gustará!

miércoles, 21 de abril de 2010

Taller de oración VI. La esencia de la oración

Un pequeño texto sobre la oración. En los cuadernos sobre su vida, Santa Teresa de Lisieux nos deja confesiones conmomedoras al exponer sus dificultades al rezar, así reconoce que se duerme casi siempre durante los rezos conjuntos en el convento, o la aridez de la oración en la que no se encuentra con Dios y no siente nada. En estos párrafos me gusta como destaca que lo importante no es la belleza de la oración, en el sentido de la forma, si no su sinceridad y sencillez.

"¡Qué grande es, pues, el poder de la oración! Se diría que es como una reina que en todo momento tiene libre acceso al rey y que puede alcanzar todo lo que pide.

Para ser escuchadas, no es necesario leer en un libro una hermosa fórmula compuesta para esa ocasión. Si fuese así...., ¡qué digna de lástima sería yo...! Fuera del Oficio divino, que tan indigna soy de rezar, no me siento con ánimos para sujetarme a buscar en los libros hermosas oraciones; me produce dolor de cabeza, ¡hay tantas...., y a cual más hermosa...! No podría rezarlas todas, y, al no saber cuál escoger, hago como los niños que no saben leer: le digo a Dios con toda sencillez lo que quiero decirle, sin componer frases hermosas, y él siempre me entiende...

Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada lanzada hacia el cielo, un grito de gratitud y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra, es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús."

Historia de un alma. Manuscrito C, 25.

sábado, 17 de abril de 2010

Taller de oración V. Testimonio de fe

Como ejemplo de oración aquí tenéis una de la archiconocida Beyonce. Seguramente es un referente para muchos jóvenes. Sin duda todos la conocen. Para situar un poco su importancia la wikipedia dice : "En 2009, Forbes enumeró a Knowles (apellido de Beyonce) en el cuarto lugar de la lista de las 100 celebridades más poderosas e influyentes en el mundo, tercero en la lista de los músicos exitosos, y el número uno en la lista de los Famosos mejor pagadas en virtud de sus 87 millones de dólares en ganancias entre 2008 y 2009".

Yo, que siempre soy tan mal pensado y escrupuloso, al verla, uno de los pensamientos que me asalto fue, parece un acto de hipocresía o falsedad. Una persona con tanta fama y dinero seguro que se deja grabar rezando para obtener lo que le falta, la apariencia de buena persona y religiosa, que en EEUU todavía es un valor. Rápidamente me dije : yo no soy nadie para juzgar a las personas, sólo Dios puede leer en su corazón. Además aquí en la secularizada Europa, donde la fe cristiana está hasta mal vista, supone un bello ejemplo de acción de gracias y profesión de fe. Un buen ejemplo de que a pesar de tener todo lo material, nos tenemos que acordar de Dios, darle gracias por lo que tenemos, mantener la humildad y pedirle los verdaderos bienes, los espirituales (los tesoros del cielo, "donde ni la polilla ni la herrumbre los corroen, y donde los ladrones no penetran ni roban" Mt 6, 19-29) Siempre tener presente a Dios en nuestras vidas y dar testimonio de Él en cualquier lugar, ya que nos quiere, y nosotros le queremos y no nos avergonzamos de Él.

Es un ejemplo de oración espontánea, salida del corazón.

viernes, 16 de abril de 2010

Hoja parroquial del 18.04.2010



III DOMINGO DE PASCUA - CICLO C – 18/04/2010 - Nr.145



PRIMERO HAY QUE OBEDECER A DIOS....

Es la tercera vez que Jesús se aparece a sus apóstoles, su corazón no acababa de asimilar por la tristeza todo lo ocurrido y mucho menos las apariciones del día anterior y de la semana anterior a esta. Por eso es que en vez de lanzarse a proclamar el Evangelio, se van al lago a lanzar las redes, como hacían Pedro, Andrés, Santiago y Juan antes de que Jesús los llamará, a vivir con Él esta aventura grandiosa de predicar la Buena Noticia de la Salvación a todos los hombres. Sin embargo Jesús sabe esperar el momento preciso los invita a intentar de nuevo la pesca indicándoles a donde echar las redes, con lo que consiguen una pesca milagrosa y es ahí donde Juan lo reconoce y Pedro acude a su encuentro. Los demás toman su tiempo pues ya saben que es el Señor y sin arriesgar nada llegan a la orilla con la barca y la pesca.

Después de comer Jesús interroga a Pedro sobre su amor y Pedro entiende que Jesús quiere algo grande con Él. Jesús le esta poniendo a prueba para ponerlo al frente de la Iglesia hasta dar la vida por ella, y esto le queda tan claro que en la primera lectura vemos como cuando son juzgados por el sanedrín su respuesta es contundente... “primero hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”.Este testimonio de los apóstoles sirvió para fortalecer la fe de los primeros discípulos, seguidores de Jesús, y así engrandecer la fuerza y la solidez de la Iglesia que nacía. Ahora, en este tiempo de tantos cambios, y de tantos ataques a la Iglesia por sus errores y por el surgimiento de ideologías contrarias al pensamiento y la enseñanza de Jesús, muchos han dejado de escuchar a Dios en primer lugar y han preferido escuchar más a los hombres alejándose así de Dios, con el temor y el error de que su vida se vaya vaciando y pierda el verdadero sentido de vivir hasta que no sea encontrado y reorientado como Jesús reoriento la vida de Pedro y sus acompañantes de aquel día, hacia la verdadera felicidad: HACER PRIMERO LO QUE DIOS NOS PIDE.

P. OSCAR ECHEVESTE.

Lectura del libro del Apocalipsis (5,11-14):

Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.» Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar –todo lo que hay en ellos–, que decían: «Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos.» Y los cuatro vivientes respondían: «Amén.» Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.

Evangelio

Juan (21,1-14):
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberiades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.» Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.» Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?» Ellos contestaron: «No.» Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.» Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.» Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad,» Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.


LA PESCA MILAGROSA... O LA FE DE PEDRO

Con este título ha pasado a la historia este pasaje del Evangelio en el que se narra la exitosa pesca conseguida a deshora por Pedro y sus compañeros pescadores. En realidad hay otra cosa más milagrosa aún en esta historia: la fe de Pedro.

Pedro es un pescador profesional que vive de la pesca. Y como buen pescador sabe que cierta clase de peces sólo se pueden pes­car por la noche, ya que durante el día están a cierta profun­didad, resguardándose de la luz. Hasta allí no llegan ni las redes ni los anzuelos de pesca.

Pedro está acostumbrado a salir de noche a pescar, cuando los peces que él quiere capturar suelen estar casi en la superficie del lago. Unas veces entran más en la red, otras veces menos y en otras ocasiones, como la que nos relata el evangelio, vuelven de vacío a la orilla.

Allí se encuentran de buena mañana con Jesús, a quien cuentan que han estado toda la noche intentando pescar, pero no han capturado ni una sola pieza. Jesús les anima a volver a echar la red, nada menos que en pleno día. Pedro se quedaría de piedra al escuchar esta propuesta: uno que no entiende de pesca pretende dar un consejo a todo un profesional del gremio. Pedro sabe de sobra que por el día, con el sol alumbrando a tope, no se puede pescar... pero se fía de Jesús. A pesar de ser casi imposible pescar en pleno día, Pedro se fía a ojos ciegas de Jesús y echa la red en su nombre.

Y ocurre el milagro que da nombre a este relato evangélico, aun­que la fe que Pedro tiene en la palabra de Jesús, que le ha cautivado por completo, la fe con la que echa la red en nombre de Jesús es un milagro de superior categoría a llenar la red de peces.

JUAN MARIA GARCÍA LATORRE * garcia-latorre@hotmail.de

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